¿Te ha pasado alguna vez entrar en una discusión con alguien sobre un aroma que te encuentras exquisito, pero a ellos les parece intolerable?
Tal vez sientes que algún perfume que muchos admiran, para ti es un poco... incómodo. La respuesta a estas diferencias tiene mucho que ver con tus genes.
En el exquisito arte de la perfumería, el olfato es el protagonista. De la misma manera en que percibimos los colores a través de tres tipos de receptores visuales, el sentido del olfato opera en un nivel notablemente más complejo: nuestra nariz contiene alrededor de 400 tipos de receptores olfativos, cada uno asociado a un gen. Estos genes son únicos para cada persona, y esta diversidad genética afecta a cómo cada uno experimenta los olores.
¿Por Qué el Olfato es Algo Tan Personal?
Estudios recientes se han dedicado a explorar la genética de la percepción olfativa. En uno de ellos, las personas fueron expuestas a 10 aromas diferentes. Cuatro de estos olores – cebada, manzana, queso azul y violeta – demostraron tener una profunda base genética en su percepción. Lo fascinante es que estos olores son independientes unos de otros: es decir, una persona con una sensibilidad exquisita al aroma floral de la violeta podría no tener el mismo nivel de percepción al dulzor de la manzana.
La diferencia en la sensibilidad olfativa hace que cada experiencia aromática sea única. Este fenómeno ayuda a entender por qué alguien puede sentir en el cilantro un cierto aroma a “jabón” mientras que otra persona percibe solo notas frescas. La percepción del cilantro, de hecho, es una de las expresiones más interesantes de esta relación entre genética y percepción ya que genera mucha controversia entre quienes descubren las diferencias.
El Olfato: Un Legado Heredado
La percepción olfativa es, en gran medida, una herencia familiar. Así como heredamos el color de nuestros ojos o el tono de nuestra piel, nuestros receptores olfativos también se transmiten de padres a hijos. Esta herencia genética significa que las preferencias y aversiones hacia ciertos aromas pueden tener un origen ancestral. Si tus papás detectan el aroma amargo en el cilantro y lo encuentran desagradable, es muy probable que tú experimentes lo mismo, debido a los mismos genes que manejan los receptores olfativos.
Este legado olfativo no solo configura nuestra preferencia o rechazo por ciertos aromas cotidianos, sino que también influye en cómo percibimos el mundo del perfume, convirtiendo esta experiencia posiblemente en un reflejo de nuestro linaje.
Genética y Experiencia Olfativa: Algunos Ejemplos
Uno de los ejemplos más intrigantes de la percepción olfativa es la molécula androstenona, una feromona presente en los jabalís que algunas personas describen como amaderada y agradable, mientras que otras detectan un desagradable olor a orina; y otros, simplemente, no la perciben en absoluto. La explicación para esta variación también reside en la genética.
De manera similar, en el caso del cilantro, la percepción puede variar según la expresión de un gen receptor olfativo particular, lo que determina si una persona va a detectar ese toque jabonoso o su frescura.
Por otro lado encontramos la violeta, que huele fragante y floral para personas con un sentido agudizado, mientras que las personas menos sensibles describen el aroma como desagradablemente agrio y ácido.
Este fenómeno tiene un gen paralelo relacionado con la percepción del sabor amargo, y refleja cómo cada nota olfativa puede evocar una respuesta tan única en cada individuo.
En perfumería, esta rica diversidad genética es un tesoro, ya que permite crear fragancias complejas que capturan en una sola experiencia, la esencia de diferentes mundos sensoriales.
Elección de Perfumes y Preferencias Olfativas
Nuestro sentido del olfato, además de ayudarnos a distinguir aromas, está profundamente entrelazado con nuestras emociones y recuerdos. Es por esto que los perfumes no son solo una serie de notas; son una experiencia profundamente personal, incluso emotiva.
Las variaciones en nuestros receptores olfativos no solo influyen en la intensidad de los aromas, sino que también determinan cómo se perciben. Esta singularidad explica por qué dos personas pueden describir el mismo perfume con palabras muy distintas.
Pero cada neurona tiene un solo tipo de receptor de olor, lo que significa que puede detectar solo olores que tienen la estructura adecuada.
Los perfumistas, conscientes de la diversidad genética en el olfato, buscan crear fragancias que abracen un espectro de notas, en un esfuerzo por resonar con distintas sensibilidades olfativas.
A medida que la tecnología avanza, podemos esperar perfumes cada vez más personalizados, ajustados no solo a preferencias, sino al propio perfil genético de quien los utiliza.
Un Viaje Olfativo Único
La próxima vez que elijas un perfume, no te olvides que el modo en que te envuelve ese aroma es tan único como tu huella genética.
Te invitamos a explorar con libertad, a experimentar y a sumergirte en el viaje olfativo sabiendo que cada fragancia que te atrae o que te disgusta es una expresión de tu código genético.
Finalmente, el mundo de los perfumes es tan diverso y único como cada individuo que lo descubre.
Benjamín Jordán Liniers
Muy interesante la reflexión sobre la genética y percepción de los aromas. Lo interesante de los aromas es que se conectan con el ser. Por un lado la genética que es algo desarrollado en este artículo de manera extraordinaria. Pero también de nuestras circunstancias, nuestro contexto y experiencia de vida.
La memoria emotiva está altamente conectada con los aromas que nos transportan a un recuerdo, lugar externo o espacio interno que atesoramos.
Entonces los aromas que nos gustan hablan más de nosotros que de la cualidad del aroma. En ese sentido los perfumes son una piel invisible pero que comunica de manera coherente quienes somos.
Del mismo modo que comunica quienes somos también puede comunicar quienes queremos ser porque se envuelve en la idea de tener un aroma memorable la necesidad de trascender a través de ese aroma.
Gracias por tu artículo Beatriz, muy interesante.